16 octubre, 2012

Las Médulas 2012

Este fin de semana que acaba de terminar estuvimos de nuevo en Las Médulas. Un lugar que nunca defrauda y que siempre tiene emociones diferentes. Partimos de León el sábado ya un poco tarde, a eso de la una y media. Paramos a comer en Astorga, al lado de la catedral. Allí mismo localizamos un tesoro de geocaching, que su trabajo nos llevó por falta de experiencia de algunos.

Jaime, Jesús y Pablo en lo alto del Mirador de Orellán.

Seguimos el Camino de Santiago y  pasamos por Castrillo de los Polvazares donde contemplamos el pueblo y al cantante maragato. Paramos en la Cruz de Ferro y en Ponferrada. Llegamos a Las Médulas con un poco de retraso por habernos entretenido mucho por el camino. Tuvimos que montar las tiendas a la carrera, porque queríamos asistir a la misa de 8:30 en la Virgen de la Encina en Ponferrada. Lo cierto es que finalmente llegamos a la misa un poco tarde y una de las tiendas quedó a medio montar.
En la Cruz de Ferro

Ya de noche acabamos de montar la tienda grande, que tuvo su dificultad, y cenamos. Bien entrada la noche visitamos el paraje de Las Médulas, con sus dos cuevas grandes: la Cuevona y la Cueva Encantada. Miguel Ángel y Jaime no las conocían y les resultó especialmente emocionante. Después de la aventura, a una hora muy avanzada, nos acostamos.

La noche resultó movida por la lluvia y por alguno que tuvo que levantarse en la oscuridad... En general la gente durmió bastante bien y, a pesar de la lluvia intermitente, nadie se mojó. Amaneció con el cielo encapotado y con una ligera lluvia. Desayunamos al abrigo de la tienda grande. Recogimos todo el campamento y nos fuimos hasta el Mirador de Orellán. El primer vistazo resultó inútil: las nubes lo tapaban todo, apenas se veía el fondo más cercano de las Médulas. Después ascendimos un tramo por el monte y el cielo se empezó a abrir, las nubes se fueron y cesó por completo la lluvia. Ahora el panorama estaba precioso, con una claridad poco habitual. Los montes cercanos destacaban entre los jirones de nubes. ¡Una preciosidad!

Ya con mejor tiempo y casi sin nubes, nos acercamos hasta el pueblo abandonado de La Balouta. Para los chicos es una impresión curiosa, es como retroceder cien años en el tiempo con casas de piedra y madera a punto de derrumbarse en lo más hondo de un valle profundo. Eso sí, de noche tiene más emoción.

Como ya estábamos muy cansados y con pocas ganas de marcha, nos fuimos hasta el Castillo de Cornatel. Este castillo es una fortaleza situada en lo alto de una impresionante pared de roca. A la puerta del castillo refugiándonos de los vientos fríos del día paramos a comer. Finalmente decidimos regresar pronto a León sin esperar a que nos abrieran el castillo. Así llegamos puntuales a nuestra casa. La próxima vez lo pasaremos incluso mejor y con emociones nuevas y diferentes.

Las mejores fotos:

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