01 octubre, 2010

La autodefensa en la adolescencia



Los adolescentes desean ser apreciados, y no sólo ser apreciados; sino también “sentirse” apreciados. En la edad de la autoafirmación personal y la independencia esto resulta vital para ellas o ellos.

Los padres y los profesores ayudan a incrementar el sentimiento de valía de los adolescentes. Una autoestima aceptable, como rasgo del adolescente sano, es un aspecto fundamental para motivar o facilitar un comportamiento adecuado. Por el contrario, a los chicos o chicas les entristece que los adultos se muestren implacablemente críticos con ellos.

La amenaza a la propia valoración constituye un peligro para el propio individuo. Para hacer frente a estas situaciones, los adolescentes adoptan complejas estrategias de autodefensa para hacer frente a las críticas. Las estrategias defensivas, como afirma Martín Herbert, ayudan a reducir las ansiedades y los fracasos y protegen la inseguridad del yo aumentando la sensación de dignidad personal.

Somos bastante inconscientes de la utilización de las estrategias de las que a continuación hablaremos. Uno de los objetivos de su puesta en práctica es reducir la tensión. Los jóvenes buscan con ellas reducir la tensión, el dolor o cualquier otro tipo de malestar. Estos mecanismos se van aprendiendo y utilizando progresivamente. La frecuencia y el grado de uso nos darán la medida de la incorrección de su empleo. El problema está en que implican un cierto autoengaño y una distorsión de la realidad. Además, pueden falsificar la conducta, pueden quitar la sencillez y la coherencia en la vida, descartando soluciones realistas a los problemas cotidianos.

A continuación veremos algunas de estas estrategias psicológicas que nos ayudarán a comprender mejor la conducta de algunos adolescentes.

- El encapsulamiento o aislamiento afectivo. El joven se protege mediante una capa de pasividad. Se disminuyen las expectativas propias y se mantienen al margen de la afectividad. Aparecen la apatía y la resignación como manifestaciones extremas ante una frustración o ante el estrés prolongado. Los adolescentes optan por el “pasotismo” como forma de protegerse del dolor que les causa el desengaño de sus expectativas idealistas.

- El escapismo o negación de la realidad. El joven abandona situaciones competitivas si tiene la sensación de que va a fracasar. Una manifestación concreta puede ser “enfermar” en época de exámenes.

- El refugio en la fantasía. Las soluciones fantásticas son mucho mejores que la realidad. Se compensa una realidad difícil de aceptar con un mundo irreal en el que el joven es el centro. Esto lleva a vivir “en las nubes” a “sentirse héroe o víctima incomprendida”.

- La racionalización procura explicar de forma interesada, mediante justificaciones, los propios errores. Un chico que se considera inteligente y que suspende, puede decir que los exámenes son “poco fiables” y que están mal planteados.

- Mediante la proyección, atribuimos injustificadamente a otras personas determinados pensamientos para justificarnos: se buscan “chivos expiatorios” y culpables.

- El desplazamiento implica trasladar una emoción o una acción desde una situación a otra. Un ejemplo sería el del chico que se enfrenta al profesor, descargando la agresividad que recibe en casa por parte de su padre.

El análisis profundo de los comportamientos individuales de los jóvenes, nos llevará a darnos cuenta de que se trata de problemas de falta de cariño y de autoestima. La forma de ayudar a los adolescentes es hacerles ver cuál es el mecanismo de autodefensa que utilizan y por qué. Además, habrá que enseñarles a ser sinceros, a conocerse y aceptarse como son; no como les gustaría ser.

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