31 enero, 2016

La ecología integral del Papa Francisco

El viernes 29 de enero, a las ocho de la tarde, tuvo lugar en la Asociación Anciles, una conferencia de Alfredo Marcos Martínez, catedrático de Filosofía de la Universidad de Valladolid, sobre la Ecología en la Encíclica Laudato Si’, del Papa Francisco.

El ponente destacó que uno de los errores más generalizados en la acogida mediática a este documento magisterial, ha sido la falsa suposición de que su contenido es plenamente novedoso con respecto a los pontificados anteriores. Nada más lejos de la realidad. El propio Papa Francisco se esfuerza en demostrarlo a lo largo de su escrito, con numerosas citas del magisterio precedente. Remontándose a los textos bíblicos y a la enseñanza de los Padres de la Iglesia y a San Francisco de Asís, el Papa detiene su atención en sus inmediatos predecesores. De hecho, la expresión “ecología humana”,  acuñada por San Juan Pablo II aparece varias veces en el documento, sin olvidar los múltiples documentos de Benedicto XVI dedicados a la cuestión ecológica (“Si quieres promover la paz, protege la creación”). Una vez más, se demuestra que ha tenido que venir el Papa Francisco para que no pocos empiecen a conocer lo que la Iglesia lleva años predicando.

Alfredo Marcos en un momento de la charla
A juicio de este prestigioso catedrático, una de las mayores aportaciones de Laudato Si’ estriba en las referencias que se hacen a estudios científicos, filosóficos y de organizaciones sociales, encuadrando y contextualizando la reflexión de la Iglesia. Sin inmiscuirse en el debate científico, el Papa Francisco mantiene una “distancia” equilibrada, como se aprecia en la siguiente afirmación: “Hay discusiones sobre cuestiones relacionadas con el ambiente, donde es difícil alcanzar consensos. (…) la Iglesia no pretende definir las cuestiones científicas ni sustituir a la política, pero invito a un debate honesto y transparente, para que las necesidades particulares o las ideologías no afecten al bien común” (n. 188).

Otra cuestión clave en la encíclica es la reivindicación de una ecología integral, situada a medio camino entre el antropocentrismo radical -que reivindica el poder absoluto del ser humano sobre la Naturaleza-  y, en el extremo opuesto, el biocentrismo -que absolutiza la Naturaleza, relegando al ser humano a la condición de una especie animal más-. Esta ecología integral desarrollada en la encíclica incluye la citada ecología humana, es decir, el respeto a la naturaleza del ser humano como aspecto esencial. El Papa Francisco señala la absurda contradicción de defender la bandera ecologista desde posturas abortistas: “Tampoco es compatible la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto” (n. 120). Más aún, frente a la ideología de género (transgénero), subraya: “La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa común, mientras una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en una lógica a veces sutil de dominio sobre la creación. Aprender a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados, es esencial para una verdadera ecología humana.” (n. 155).

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