Aprovechando las fiestas de carnaval nos hemos ido, una vez más, a Valdelugueros para disfrutar de la nieve. Esta vez hemos estado pocos: junto con los chicos del Club Peñavera éramos diez personas. Llegamos a Lugueros el sábado por la tarde. Para acceder a la casa teníamos que caminar sobre una capa de nieve de casi un metro. Íbamos cargados con mochilas, bultos, comida, trineos. Llegar a la casa fue la primera parte de la aventura.
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Listos para iniciar los descensos en la nieve |
Una vez en la casa nos distribuimos, ordenamos las cosas y empezamos los juegos: lobo, las cartas locas, un limón medio limón, canciones de Houston... Disfrutamos un montón. Nos acostamos tarde y nos levantamos tarde al día siguiente.
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Pelayo y Houston en el neumático mientras Agustín les hace una foto. Al fondo Nuño. |
Teníamos tanta nieve que para usar los trineos y los neumáticos solo teníamos que salir de casa y movernos doscientos metros. Para deslizarnos teníamos tres neumáticos grandes, dos trineos y un paipo. Suficiente para tener a todos disfrutando. La verdad es que el tiempo no acompañó mucho: casi todo el domingo estuvo lloviendo a ratos. La nieve estaba muy blanda y no deslizaba bien. En cualquier caso logramos encontrar un lugar donde la pendiente era buena para deslizarse y sin peligro alguno.
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Edu, Houston y Nuño preparados para lanzarse ladera abajo. |
A última hora de la mañana llegó Don Toño y nos celebró la misa en el oratorio del campamento. Por la tarde más juegos y de nuevo a la nieve. Por la noche vimos una película de Harry Potter y gustó tanto que nadie se durmió a pesar de acabar bastante tarde.
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Nuño, Eduardo y Houston a la guitarra |
A la mañana siguiente volvimos a la nieve. Los chicos no se cansan y la nieve es muy emocionante. A última hora de la mañana nos pusimos a construir un iglú. Se notaba la falta de un maestro porque más que un iglú nos salió una torre, de buen aspecto, pero sin techo.
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Así quedó el proyecto de iglú |
Después de comer tocó recoger todo limpiar la casa y dejar la casa en orden. Esto lleva su tiempo. El regreso hasta los coches resultó realmente duro: todos cansados, muy cargados y además lloviendo. En cualquier caso nos quedamos con los momentos divertidos, que fueron muchos. El resumen es la respuesta de Pelayo que al llegar a casa le preguntan ¿qué tal lo has pasado? y responde con énfasis: "¡Genial!"
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