07 abril, 2012

La inmadurez o el síndrome de Peter Pan

En la juventud se da por supuesta la madurez, pero no siempre es así. Muchas personas no han podido alcanzar el desarrollo pleno de su personalidad al que deberían haber llegado con la edad que tienen. Hay quien da a la madurez un sentido negativo debido al paso del tiempo. Se trata de personas que consideran la juventud como un valor absoluto, pero que sólo se quedan en las apariencias de esta etapa de la vida. La edad adulta también tiene muchas posibilidades para el desarrollo de la persona.

¿Por qué hay jóvenes inmaduros? Una posible explicación es el permisivismo del ambiente en el que han sido educados. Cuando se han permitido todos los caprichos para evitar que el hijo “sufra” o se “frustre” y cuando no se castiga el mal comportamiento, es muy probable que un niño criado así se convierta en un joven infantil e inmaduro. Para una persona así la meta será divertirse y evitar todo aquello que suponga responsabilidad o esfuerzo.

El síndrome de Peter Pan.

En la psicología de los adultos se define con este nombre a la persona que tiene entre 30 y 40 años y que sigue viviendo como un niño sin responsabilidades. Algunos de los rasgos que manifiestan estas personas son:

- Idealizan la juventud.
- Piden, critican y quieren recibir sin estar dispuestos a dar. No se preocupan de los demás y se centran en sí mismos.
- Procuran no comprometerse con nada.
- No se responsabilizan de nada, pero piden responsabilidades a los demás.
- Quieran tener de todo lo que se les antoja, pero no hacen esfuerzos para lograrlo.
- Son narcisistas y el aspecto físico es una de sus preocupaciones.
- Son incapaces de desarrollar la empatía y de ponerse en el lugar de los demás.

Las características del inmaduro.

Presentan un desfase notable entre su edad cronológica y mental lo que conlleva un desconocimiento de sí mismos. Esta falta de autoconocimiento da lugar a inestabilidad emocional que se refleja en cambios repetidos de humor y con falta de responsabilidad ante cualquier problema. Los personas inmaduras suelen ser perfeccionistas, quieren hacerlo todo bien y exigen lo mismo a los demás.

El inmaduro no tiene proyectos en su vida, “vive al día”, y esto no consiste precisamente en aprovechar y valorar el presente, sino en tratar de realizar todas las actividades lúdicas posibles y tratar de lograr el placer. Esto les lleva a un modo de vida materialista y consumista.

Los inmaduros tienen la voluntad frágil y están sometidos a los vaivenes de su estado emocional. Por esta razón la persona inmadura piensa según lo que vive y no al revés.

¿Cómo ayudar al inmaduro?

Como las personas inmaduras suelen ser perfeccionistas, su tolerancia a la frustración es mínima. Ante cualquier dificultad se hunden. En una sociedad en la que se valora tanto el éxito, estas personas no se dan cuenta de que del fracaso también se puede aprender mucho.

Exigir al inmaduro es una tarea que deben llevar a cabo todas las personas que le rodean. Se trata de pedir responsabilidades y trabajo bien hecho: que llegue puntualmente a las citas y que cumpla sus promesas.

Para ayudar al inmaduro es bueno darle pautas para que ocupe el tiempo con aficiones sencillas y entretenidas. Así no pensará continuamente en realizar actividades para “aprovechar su juventud”. Un horario de trabajo le ayudará a estar más centrado en su vida.

Habrá que comentar al joven que no debe crearse necesidades y que no tiene que estar a la última en todos los aparatos tecnológicos. Intentaremos explicarle que debe aprovechar bien todos los objetos que usa y que no debe comprar y comprar continuamente.

Por último, le diremos a este joven que las personas que le rodean pueden sufrir por lo que ellos hagan y les animaremos a que se pongan en el lugar de los demás. La inmadurez no se supera de un día para otro, pero debemos animar al joven a que se fije metas asequibles y que se exija constantemente para potenciar su fortaleza.

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