80 años de la fundación del Opus Dei
Mañana se cumplen 80 años del momento en que San Josemaría Escrivá fundó el Opus Dei y comenzó a trabajar para sacarlo adelante. Como quiera que Anciles es una iniciativa apostólica del Opus Dei, estamos de fiesta. Hace ahora 80 años Dios hizo ver a nuestro fundador que en medio del mundo, en nuestro trabajo ordinario, en nuestra familia, podemos, y debemos, ser santos.

En palabras de la estampa del Fundador, el Opus Dei es "camino de santificación en el trabajo profesional y en el cumplimiento de los deberes ordinarios del cristiano". Los que tenemos la suerte de haber recibido la vocación al Opus Dei luchamos por "convertir todos los momentos y circunstancias de la vida en ocasión de amar a Dios y de servir con alegría y con sencillez a la Iglesia, al Romano Pontífice y a las almas; iluminando los caminos de la Tierra con la luminaria de la fe y del amor".
En palabras de la estampa del Fundador, el Opus Dei es "camino de santificación en el trabajo profesional y en el cumplimiento de los deberes ordinarios del cristiano". Los que tenemos la suerte de haber recibido la vocación al Opus Dei luchamos por "convertir todos los momentos y circunstancias de la vida en ocasión de amar a Dios y de servir con alegría y con sencillez a la Iglesia, al Romano Pontífice y a las almas; iluminando los caminos de la Tierra con la luminaria de la fe y del amor".
Anciles es un lugar donde, adaptándose a las circunstancias personales de cada persona y su libertad personal, procuramos acercarla a Dios. En palabras de Monseñor Javier Echevarría, prelado del Opus Dei, en su carta de septiembre de 2007:
"Cuando una persona se acerca a la Prelatura, movida por el deseo de conocer mejor a Dios, procuramos facilitarle una adecuada formación doctrinal, espiritual y apostólica, de modo que las enseñanzas de Cristo constituyan, desde el principio, no sólo claridad para su inteligencia, sino luz y fuerza que dirijan sus pasos en el seguimiento de Jesús. Ayudamos a la gente a apreciar y a frecuentar los sacramentos —la Eucaristía, la Confesión—, a cuidar la oración personal, a tratar a Dios como Padre y a la Santísima Virgen como Madre, a ofrecer el trabajo al Señor, a preocuparse de las necesidades espirituales y materiales de los demás, a acercar a Dios a quienes se relacionan más de cerca con ella o con él."
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