28 octubre, 2011

Educar con el ejemplo


Una imagen vale más que mil palabras. “Lento es el enseñar por teorías, pero breve y eficaz por el ejemplo". Dijo Séneca. Las personas mejoramos no a base de palabras, sino mediante la repetición de actos buenos. Para poder hacerlos es importante ver esos actos buenos en nuestros padres o profesores.

Es muy difícil aprender a cambiar la rueda de un coche sólo con una clase teórica, pero si hemos visto cómo se hace, será los más sencillo del mundo para nosotros.

El que los padres den ejemplo a sus hijos es una ardua tarea que exige esfuerzo y constancia. El deseo de mejorar es un buen comienzo para ayudar a los hijos, que debe ir seguido de una buena formación para educar; ya que sólo el sentido común no basta.

Desde el momento de la concepción, los hijos están destinados a madurar como personas y la responsabilidad para conseguirla es de sus padres. La persona madura es la que es capaz de responder de sus actos y desarrolla todas sus capacidades para ser feliz y para hacer felices a los demás. Los padres no verán los resultados de forma inmediata sino al cabo de los años y se sentirán contentos de haber sido un punto de referencia para que sus hijos lleguen a ser felices en la vida.

Guías de montaña

Podemos comparar a los padres con los guías de montaña que conducen a los excursionistas a su destino. El guía no camina por los excursionistas, tampoco se queda en el refugio. El guía y los excursionistas van juntos por el camino. La diferencia entre el guía y los excursionistas es la experiencia. Algo semejante ocurre en la familia. Los padres y los hijos maduran juntos, la diferencia está en que los padres saben, como los guías de montaña, que las rutas para llegar a un destino son muchas, pero sólo hay una que es la mejor. La ruta más segura es la que está marcada con hitos de piedras que pusieron otros guías con sus experiencias.

El aprendizaje por “contagio”

A diferencia de los animales, vemos que los hijos necesitan muchos años de cuidados. Las personas prácticamente no tenemos instintos, pero tenemos la capacidad de crear hábitos personales, por eso necesitamos la educación de nuestros padres durante tantos años.

A diferencia de los animales, somos capaces de programarnos. Por eso los padres deben facilitarles el que adquieran hábitos y que formen bien su conciencia. El niño acepta lo que sus padres le dicen y hacen; no lo razona, lo da todo por bueno. Al no razonar, aprenden lo que ven por “contagio”. Observan continuamente a sus padres hasta en los más mínimos detalles y de ellos aprenden sus gestos, sus maneras de hablar, sus reacciones, su vocabulario. Por eso es muy importante que los padres dediquen tiempo suficiente a sus hijos, ya que son sus modelos de actuación que no cuestionan hasta que llega la adolescencia.

Para pensar

- El mejor hábito para ofrecer a los hijos es la lucha por corregir nuestros defectos.

- Los niños son como “esponjas” empapadas de lo que dicen sus padres.

- Sin el amor de los padres, los hijos no aprenden a amar; por eso el amor entre los padres es condición necesaria para que madurar.

- Antes de mandar hay que hacer. No podemos pedir lo que nosotros no hacemos.

- Debemos cumplir siempre nuestras promesas, de lo contrario los hijos serán inseguros y los niños inseguros acaban siendo agresivos.

- Para corregir una actitud hay que evitar los insultos, de lo contrario aprenderán a ofender a los demás.

- Si queremos que aprendan a pedir perdón, nosotros debemos reconocer nuestros errores y pedir disculpas.

Para visitar

Os aconsejo que veáis el vídeo de una campaña en Australia titulado “Children See. Children Do” y que aparece en este enlace. Os ayudará a valorar la importancia del ejemplo en la educación de vuestros hijos.

http://youtu.be/eEBUboAbhHY

No hay comentarios:

Publicar un comentario