Como estábamos tantos, la primera noche jugamos a Rommel y Monty dentro de la casa. Nos dio tiempo a echar dos partidas que duraron bastante y resultaron muy divertidas. Para muchos era la primera vez que jugaban. Además José nos contó dos historias muy emocionantes.
La primera noche muchos no pegaron ojo. Todos estaban muy nerviosos y expectantes, como suele ser habitual en la primera noche de un campamento.
El domingo, después de asistir a la Santa Misa, nos fuimos hasta el puerto de Vegarada. Había mucha, pero mucha nieve. Buscamos un lugar seguro y allí estuvimos más de dos horas deslizándonos con trineos, neumáticos, paypo y plásticos.
Después de comer jugamos unas partidas de "el lobo" que resultaron emocionantes. ¡Conseguimos que nadie se durmiera! Cuando ya había anochecido nos acercamos hasta la cueva del arenal. A la entrada encontramos unos impresionantes carámbanos de hielo. Finalmente estuvimos en la cueva más de una hora. Para algunos resultó realmente emocionante. De regreso a casa cenamos y poco después nos fuimos a dormir: entre el poco sueño de la noche anterior y el agotamiento del día no había humor para más.
El lunes por la mañana regresamos a Vegarada. Ya con más práctica todo el mundo aprovechó para deslizarse sobre la nieve. Destacaron Miki y Jorge en el neumático, Mikota y Miguel en el trineo. José fue porbablemente el que más veces se lanzó con los plásticos. Esta vez nos cansamos antes y regresamos a casa poco después de las dos de la tarde. Después de comer opíparamente y de jugar un rato al risk, a las cartas y a otros juegos, nos tocó recoger todo y limpiar a la casa. Antes de las seis de la tarde emprendimos el regreso a nuestra ciudad muy cansados pero felices de haber disfrutado tanto de la nieve y de la compañía de buenos amigos.
Aquí la selección de fotos:
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