Eduardo, Marcelo, Pablo y Jesús |
El recorrido es precioso y pronto pudimos disfrutar del bosque de robles que bordea el arroyo. Comimos en un alto desde el que hay una buena vista del bosque, del arroyo, del pueblo de Valdorria y de las montañas de alrededor. Lo más duro nos resultó el descenso por la carretera hasta Nocedo, por lo monótono y por el calor.
Llegamos con tiempo para darnos un buen chapuzón en las pozas de los Caseríos, en el río Curueño. Eso sí, el agua estaba tan fría como siempre.
Las mejores fotos las encontraréis aquí.